Bendito sea el Padre Eterno que te escogió.
Bendito sea el Hijo que te amó
y el Espíritu Santo que te santificó.
Bendita sea María que te amó!
Oh gran santo, Padre putativo de Jesucristo, Vos sois un admirable modelo de esta vida espiritual, interior y oculta a que aspiramos con todo nuestro corazón. Bien podemos decir que ella fue el carácter particular de vuestra santidad, y que por lo mismo queréis también ser el protector de todos los que la buscan.
Obtenednos de nuestro adorable Salvador la fortaleza y la vigilancia necesarias para establecernos en ella sólidamente a fin de que habiendo tenido la dicha de participar de la felicidad que tuvisteis en vivir siempre oculto y desconocido al mundo, pero siempre unido a Jesucristo, podamos también tener parte en la gloria que gozáis con Él en el cielo. Amen.
Jesús, José y María:
Os doy el corazón y el alma mía!
Jesús, José y María: Asistidme en mi última agonía!
Jesús, José y María:
Recibid cuando yo muera el alma mía!
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